domingo, 5 de diciembre de 2010

Se consagra en Miami un Santuario para la Virgen de Schoenstatt.


Preside la ceremonia Monseñor Estévez, Obispo Auxiliar de la Diócesis de Miami.

Este domingo 12 de diciembre, un acontecimiento esperado por más de 27 años, llega a su culminación con la consagración del Santuario Camino Hacia el Padre Misericordioso, dedicado a la Mater de Schoenstatt.

domingo, 24 de octubre de 2010

Oracion del Centenario


Una oración para acercarnos al Santuario, a la Virgen y, sobretodo, a Dios.

Haz click abajo para escucharla.

martes, 12 de octubre de 2010

Lema del año


Padre dános tu luz.

Es algo mas que una frase, es nuestro compromiso a dejarnos guiar en el camino por la Providencia Divina de Dios de la mano de nuestra amada Virgen María.

Escúchemos la explicación del Padre Christian, director espiritual de Schoenstatt en el Sur de la Florida.

Para escuchar el mensaje, haga click abajo.

miércoles, 30 de junio de 2010

¿Qué haría la Virgen?


En nuestra reunión de matrimonios, decidimos que este sería nuestro propósito por las siguientes dos semanas:
¿Qué haría la Mater en un caso como éste?

Imaginemos alguna circunstancia en nuestra vida. No tiene que ser un problema, puede ser una decisión, un paso que tomar, una ayuda que brindar, una contribución que dar. Nosotros sabremos cuál es ese asunto que merece nuestra atención.

Como seres humanos podemos darle a esa circunstancia una visión normal, lógica y material. Y de acuerdo a esa perspectiva, así serán los resultados.

En cambio, en Schoenstatt, queremos darle a nuestro punto de vista un giro sobrenatural, y dejar que la Mater actúe con nosotros y nos acompañe en la decisión a tomar.

Por eso le preguntamos: ¿qué harías tu Mater, en este caso?

Y esperamos su respuesta. No vamos a responder nosotros solamente, sino que la escuchamos a Ella, oímos su voz en nosotros con mucha claridad.

Y la Mater nos guía con todo su amor.

Gustavo

Quiero compartir con ustedes un pequeño dibujo que hice de nuestra Madre la Virgen.

sábado, 10 de abril de 2010

La Historia de Maria


Parte 4 de 4

Aun no se veía nada alentador en la pantalla. Sólo una figura inmóvil, pero el latido del corazón no se notaba.

Sin embargo, entonces ocurrió algo, un movimiento apenas, una especie de salto y casi como por encanto, el médico dijo con una inmensa sonrisa de alivio.

“Miren, allí está el corazón, esta latiendo.”

Mi esposa lloró, pero esta vez de alegría, y yo me uní a ella en ese llanto.

Esa noche nos sentamos frente a la imagen de la Virgen y le dimos las gracias, llamamos a todo el mundo en la familia y le dijimos que mi esposa estaba embarazada. Todos se alegraron, con el augurio de una nueva vida.

Pero los seres humanos somos olvidadizos, con el pasar de los meses, los trabajos del embarazo nos hicieron acostumbrarnos a lo extraordinario y la rutina hizo que se nos olvidara el inmenso regalo que el Señor, por obra de su Madre, nos había dado.

Pero la Virgen no estaba dispuesta a dejar que pasáramos por alto su esfuerzo y con dulzura nos lo iba a recordar.

Como les dije, nosotros celebramos el 18 de octubre de cada año la fundación del Movimiento Postólico de Schoenstatt, el día que el Padre José Kentenich hizo su Alianza de Amor con la Virgen María en la capillita original de Alemania.

Estaba yo en un dia, que para mí era como cualquier otro, trabajando en mi oficina, cuando recibí una llamada de mi esposa, que sólo atinó a decir: “llegó el momento.”

Salí corriendo, llegamos al hospital y el médico nos recibió. Acompañé a mi esposa en ese hermoso momento, fue un parto natural y recibimos en nuestros brazos una hermosa niña.

Aunque parezca mentira, se nos había olvidado el milagro de amor que se nos había regalado. Hasta que mi esposa, con su bebé en los brazos me miró un momento y me preguntó:

“¿Qué fecha es hoy?”

Distraídamente le contesté: “hoy, no me acuerdo, déjame ver, ah sí, 18 de octubre.”

Entonces caímos en cuenta. Nuestra hija había nacido, por parto natural, el mismo día de la fundación del movimiento de Nuestra Mater de Schoenstatt, esa dulce Señora a quien le habíamos pedido un milagro.

Y por eso, para recordarnos su maravillosa obra, nuestra hija se llama: María Bernardette de Schoenstatt.

Gracias Mater.

martes, 30 de marzo de 2010

La historia de María


Parte 3 de 4

Los seres humanos somos impacientes, sobre todo cuando se trata de esperar por algo que deseamos mucho. Tal vez fuera por los problemas que habíamos vivido, porque la relación de pareja había estado sometida a una gran presión, pero lo cierto es que en ese bebé veíamos una esperanza para nuestra vida futura.

Quizás esa visión pudiera parecer egoísta, pero el amor es capaz de superar esas barreras. Por eso cada noche, durante esa semana de espera, rezamos y pedimos, una y otra vez a la Virgen de Schoenstatt que nos hiciera el milagro de interceder ante Dios y que el Señor diera vida a esa criatura que los médicos insistían en decir que no la tenía.

No fue fácil trabajar, dormir o comer, porque para ninguna de esas actividades existía el más mínimo deseo o entusiasmo. Las lagrimas surgían con rapidez y las sonrisas en cambio, estaban casi totalmente ausentes. Tratar de describir la angustia de la inseguridad escapa la capacidad de las palabras. Y sin embargo, teníamos que tratar de vencer la pesadumbre y demostrar una verdadera fe.

“Si creemos de verdad en Dios y en la Virgen” nos dijimos en una de las tantas oraciones que a diario elevábamos a los cielos, “tenemos que actuar con normalidad y creer, tenemos que pensar que nuestro bebe está vivo, así lo haría Jesús.”

Y con toda nuestra debilidad humana, decidimos creer y sentir que Dios y la Mater nos iban a tender la mano. Así pasó esa semana, creyendo en un milagro.

Y entonces llegó el día de volver al consultorio. El médico, con su acostumbrada actitud profesional, se aprestó a colocar el aparato de ecosonograma en el vientre de mi esposa que apretó mi mano con nerviosismo. Todos miramos a la pantalla y esperamos.

Entonces apareció la figura, pero la mirada del doctor fue preocupante. En un murmullo lo primero que le escuché decir fue: “no veo nada aun.”
Sentí que el mundo se me venía encima, pero el médico decidió insistir: “Déjenme tratar de nuevo.”

viernes, 19 de febrero de 2010

La Historia de Maria


Parte 2 de 4

Salimos de la oficina del doctor muy afectados. Decidimos ir a otro que nos dio la misma respuesta.

“No hay latidos y ya debería haberlos.” Ambos recomendaban lo que llamaban “un procedimiento de limpieza”. Pero para nosotros era acabar con una vida, aunque dijeran que no la había.

Decidimos ir a un tercer doctor, no tan famoso como los anteriores, de menos renombre, pero quizás mas humano. El tampoco nos dijo nada esperanzador, pero las lágrimas de mi esposa lo convencieron de que debía ir un poco mas allá.

Le dijo: “Tú eres joven, puedes tener otros hijos.” Pero el llanto no cesó. Entonces se atrevió a sugerir algo diferente. “Hagamos otra cosa, esperemos una semana mas. Pero si en ese lapso no hay latidos, tendremos que hacer algo para sacar lo que tengas allí. Mientras tanto, pídanle mucho a Dios.” Lo dijo por decirlo, porque estaba convencido de que nada pasaría.

No nos quedaba otra cosa que hacer sino rezar. En ese momento, aunque debiéramos haberlo hecho antes, recordamos nuestro amor a la Virgen, sobretodo esa pequeña imagen que nos había presentado un amigo, se trataba de una Virgen cuyo movimiento nació en Alemania el 18 de Octubre de 1914.

Nos sentamos frente a ella y le pedimos que nuestro bebé estuviera vivo.

Sólo dijimos esto:

“Por favor, Mater, concédenos este milagro, que nuestro bebé viva.”

lunes, 18 de enero de 2010

La historia de María


Parte 1 de 4

A veces las parejas pasan por momentos difíciles, nosotros no somos una excepción y tuvimos uno hace más o menos 15 años. Fue tan difícil, que por un tiempo no estuvimos juntos, yo por un lado ella por el otro. Esa, por supuesto, no es la manera como debe vivir un matrimonio; cuando se unen los destinos es para compartir la vida con amor y superar las dificultades juntos.

El amor es tan bello, que permite ver al otro como un ser extraordinario, no importa cuántos defectos tenga. Pero, a veces, nos desconectamos del amor y la habilidad de no ver los defectos desaparece y nos dejamos sumergir en los conflictos. Eso nos pasó a nosotros y el conflicto estuvo a punto de consumir el matrimonio.

Afortunadamente, la Mater tomó cartas en el asunto, se ocupó de nosotros e hizo que una pequeña luz brillara en nuestras almas, de modo que volvimos a ver el amor, por detrás de las dificultades. Comenzamos a hablar de nuevo, pusimos a Dios en los problemas y volvimos a estar juntos.

Y un buen día, para celebrar la reconciliación, hicimos un pequeño viaje. El resultado de este paseo fue un regalo del Señor:
“Estoy embarazada” fue la frase que se escuchó decir en medio de sonrisas y alegría.

Como toda pareja, contenta de recibir un nuevo miembro en su familia, fuimos al médico especialista, llenos de felicidad. Y fue cuando llegó el primer embate:
“El bebé no está vivo señora, allí no hay latidos del corazón. Lo mejor que puede hacer es someterse a un procedimiento.”

Sólo alguien que haya pasado por una situación similar, puede entender el golpe de esas palabras, sobretodo si vienen de uno de los doctores más renombrados.

lunes, 4 de enero de 2010

Seguir un Horario Espiritual


Tengo muchos días sin escribirte Mater y eso me preocupa, porque use como excusa el descanso navideño para ocuparme de lo urgente y no de lo importante.

Por eso debo pedirte perdón.

Cuántas veces en la vida no dejamos de lado lo que debemos hacer, aquello con lo cual nos comprometimos, porque supuestamente estábamos muy atareados. La verdad es que siempre tuvimos tiempo de cumplir con nuestras obligaciones espirituales, y si no lo hicimos fue porque nos faltó método, organización y voluntad.

Por eso, este año, debemos cumplir con la tarea de crear y seguir con la ayuda de la Virgen, un Horario Espiritual que nos acerque al Señor.

Pidamos la intercesión de José Engling, uno de los héroes de Schoenstatt, que se distinguió por seguir con cuidado sus actividades para estar cerca de la Mater.