domingo, 29 de junio de 2014

La Virgen y el Rosario

LA MATER Y EL ROSARIO

El rosario es una de las más bellas maneras de acercarse a la Virgen.

Hoy el programa Alianza de Amor a las 6:30 PM por Radio Paz tiene un mensaje para ti que deseas acercarte a Dios y a la Mater y a veces no sabes cómo hacerlo.

Imagínate que quieres visitar a una mujer muy especial y se te olvidó comprar unas flores en el camino o que no tenías dinero para hacerlo. No quieres llegar con las manos vacías y da la casualidad de que esa mujer especial es la Virgen, y antes de llegar a su Santuario, comienzas a rezar el rosario. Cada vez que dices "Dios te salve María" le estás regalando una flor a la Virgen, y ya no estás con las manos vacías sino con el corazón lleno.

Aprende a rezar el rosario diariamente y los beneficios serán para ti.


jueves, 29 de mayo de 2014

La labor de Matías

La Mater nos regaló un sacerdote, alguien que se vinculó al movimiento primero y luego se inclinó por una vocación sacerdotal.

Le damos gracias a Dios y la Virgen por Matías, un joven que encontró su camino a Dios a través de Schoenstatt.

Ahora solo nos queda pedirle al Señor que nos regale más vocaciones, pero no solo sacerdotales o de hermanas, sino de hombres y mujeres que dentro de sus familias, y en todas partes,

tengan un compromiso con Jesús.

Y esa va a ser ahora la labor de Matías, traer a la gente de la calle al servicio de Dios y la Mater.

jueves, 31 de octubre de 2013

Ella Obrará milagros


Milagros de la Virgen
Voy a decir algo que me va a tomar varios artículos explicarlo y a lo mejor muchos me reclaman que no debo entrar en esas profundidades pero todos tenemos derecho a ser libres y expresarnos.

Yo sí creo en los Milagros de la Virgen.  También sé que los milagros son de Dios, pero es Ella quien los pide, y nosotros tenemos una Alianza con la persona más cercana al Señor, de modo que ¿por qué no pedirle su ayuda creyendo que la vamos a recibir?

Conformes
Nos hemos acostumbrado a ser fatalistas, a aceptar lo malo como normal, a no creer que las cosas puedan mejorar, a que la vida tiene que ser difícil y todo lo que nos propongamos tiene que ser el resultado de un esfuerzo rayano con el sufrimiento. Y en mi muy humilde opinión, cuando pensamos de esa manera, estamos desdiciendo de nuestra fe.

Es amor
Porque Dios es Padre y por lo tanto amor, como nos dijera Jesús, y es un padre que nos quiere y está más pendiente de nosotros que de los pajaritos del cielo o de las flores de los campos; siendo así, es imposible creer que el Creador desee vernos sufriendo de manera permanente.
Con esto no digo que no se presenten problemas y sufrimientos, pero que nuestra manera de afrontarlos no debe ser conformista o pesimista, sino llena de fe.

Y Dios espera que creamos en una solución, incluso que se la planteemos y que trabajemos por conseguirla. Entonces, al ver nuestras acciones, decidirá darnos algo mejor aún.

Por eso escribí un libro que se llama
Maravillosa Maria, la Señora de los Milagros.


Seguiré hablando de este tema, porque quiero explicar cómo he sentido a la Virgen actuar en mi vida, con milagros extraordinarios.

domingo, 4 de agosto de 2013

La fuerza de lo positivo

Si uno piensa de manera positiva, pone en marcha fuerzas impresionantes.

Estaba sentado frente al televisor entretenido en ese deporte masculino de ejercitar el dedo en el control remoto pasando canales para dar con algo que ver, cuando me tropecé con un programa de un predicador evangélico de los muchos que tienen espacios para transmitir sus mensajes. Les confieso que la mayoría de las veces salgo corriendo, porque no me gustan los histrionismos escandalosos cuando de Dios se trata. No me agrada ver a un hombre gritar o saltar en un escenario para convencer a otros de su contacto directo con el Señor. 

Lo que vi esta vez, era algo diferente.
Un hombre pausado, sonriente, bien vestido, con buen manejo del discurso y del idioma, dando un mensaje de Dios a la vez que de optimismo. Sus ideas no estaban llenas de conocimientos teológicos, ni siquiera podría decirse que fueran profundas, todo lo contrario, eran muy simples: hablaban de un Dios amoroso, preocupado por sus hijos, que deseaba para ellos lo mejor, y entre esas cosas, salud y prosperidad. En resumen, era un mensaje bonito.
Por eso lo escuché.

Después me paré de la silla y me fui al santuario.
En la entrada de mi casa, la Virgen Santísima, es decir, la Madre tres veces admirable de Schoenstatt preside un rincón de paz y amor. Justo en la mesita debajo de la imagen de Nuestra Señora, está la foto del padre José Kentenich, fundador del movimiento apostólico de Schoenstatt. Se le ve sonriente, tranquilo, feliz, lleno de alegría, justo así como se ve aquí. Y me di cuenta de que él tenía el secreto del Dios amoroso.

No es sólo el predicador de la televisión el que conoce el secreto de la felicidad, nosotros también: es tener confianza en Dios, sabiendo que él quiere lo mejor para nosotros y que por eso podemos ser optimistas. 

Todo el programa del predicador, se fue en enfatizar la idea de cómo Dios es bueno y desea ayudarnos; sus citas bíblicas, sus palabras, todo giraba en torno a esa idea.

Y no es que se tratara de algo original.
De hecho, el primero que lo hizo fue el propio Jesús, que siempre habló de Dios como un padre bueno y amoroso; pero en un mundo como el actual, donde las angustias y las presiones de todo tipo, están a la orden del día, que alguien retome esa idea y la comunique para aliviar los corazones de tantos que lo necesitan, me pareció un camino acertado.

Porque nosotros, los católicos, tenemos algo que va más allá de las palabras positivas de los predicadores de la televisión.
Respeto las creencias ajenas, pero insisto en decir que nosotros contamos con algo que otros no reconocen, y eso es el amor y la presencia real de la Virgen María.

La Virgen, nuestra madre, es la mayor demostración del amor y la bondad de Dios, que en el momento de sus más grandes sufrimientos, nos regaló con el cuidado permanente de una madre.

Y con ella, podemos dar un mensaje positivo, podemos recurrir a ella con alegria y esperanza en nuestras necesidades. Podemos confiar que no estamos trabajando en vano, podemos ser alegres y creer que los mensajes positivos también pueden ser nuestros.




viernes, 3 de mayo de 2013

María la gran misionera

María es la gran misionera porque lleva el amor y la palabra de Dios a todas partes.

Y lo hace con su ejemplo vivo, con su fe, con su dulzura de madre y mujer. Si no crees en María estás perdiendo uno de los más bellos regalos del Señor.

Tomo estas palabras de Catholic.net para que recuerdes que María está cerca de ti.

Muchas veces, escuchamos a personas que hablan de María, cómo si fuera alguien muy distinto a nosotros y por lo tanto, alguien a quien no se puede imitar porque está muy lejos de ser una persona como cualquiera de nosotros. Resulta ser todo lo contrario, a María la debemos imitar todos.

María era una persona, igual a cada uno de nosotros, no sabía que era una criatura excepcional y le costaba hacer las cosas, igual que a cualquiera. Y nosotros podemos encontrar en ella muchas cosas que imitar.

En muchos lugares del mundo su persona es tan ignorada que hay iglesias que no tienen ni una sola imagen de Ella.

Acércate a la Mater en nuestro santuario, Schoenstatt te espera.

martes, 23 de abril de 2013


No es importante quien es el mensajero, si  ama al Señor.

A veces nos inclinamos por los famosos, las celebridades, o quién sabe lo que impulsa  nuestra selección.
Pero nos olvidamos de que el Señor enciende los corazones de aquellos que quiere y que depende de nosotros prestar o no atención.

Este es un ejemplo de alguien escogido por Dios para esparcer su palabra, y estoy seguro de que con su amor a la Iglesia, nuestra maravilloso fundador, el Padre Kentenich, me habría pedido que tratara de averiguar lo más posible sobre este ejemplo, ya que nuestro fundador fue tan amplio, tan cuidadoso, tan dedicado que nos motivaba desde todos los ángulos.


El ejemplo de San Antonio de Padua


Un día, en ocasión de una ordenación, un gran número de visitantes frailes dominicos fueron de visita al convento franciscano en Italia donde vivía el fuuro santo, y hubo un malentendido sobre quién debería predicar.

Los franciscanos creían que uno de los dominicos ocuparía el púlpito, porque eran famosos por su predicación; los dominicos, por el contrario, no habían venido preparados, pensando que un franciscano daría la homilía. En este dilema, el jefe del convento, que no tenía a nadie entre sus propios frailes  adecuados para la ocasión, le pidió a Antonio, a quien su corazón le decía que era el más calificado, y le rogó que hablará todo lo que el Espíritu Santo pusiera en su mente. Antonio quiso negarse, pero no pudo y habló. Un verdadero milagro, una revelación, su sermón causó una profunda impresión. No sólo su voz rica y manera de atraer a la audiencia, sino el contenido de su discurso y su elocuencia dejaron cautivados a sus oyentes.

A partir de ese momento, Antonio fue encargado por el hermano Graciano, Ministro Provincial local, para predicar el Evangelio en toda la zona de Lombardía, en el norte de Italia.

Así atrajo la atención del fundador de la orden, San Francisco de Asís. Francisco había mantenido una fuerte desconfianza hacia los estudios teológicos en la vida de la hermandad, por temor a que podrían dar lugar a un abandono del compromiso a una vida de pobreza real. Pero en Antonio, encontró un alma gemela capaz de proporcionar la enseñanza que necesitaban los jóvenes miembros de la orden.

Fue así como Antonio se convirtió en el encargado de los estudios de la orden. A partir de entonces sus habilidades fueron utilizadas al máximo por la Iglesia. De vez en cuando él fue maestro en las universidades de Montpellier y Toulouse, en el sur de Francia, pero era como un predicador que Antonio reveló su don supremo.


Su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como recintos de prédica para hacerlo al aire libre.

Hay que prestar atención cuando el Señor nos pide que hagamos algo, es lo que nuestro Fundador, el Padre Kentenich nos enseñó, averiguar cuál es nuestra vocación en la vida, el ideal espiritual que nos conducirá, sigámoslo. No importa lo humilde que seamos, el Señor tiene grandes cosas guardadas para cada uno de nosotros.