martes, 22 de septiembre de 2009

El Señor que calma las tormentas

Señor, cuando tus discípulos al navegar sintieron el viento y la lluvia, se asustaron.

Tu les dijiste: "no tengan miedo" y de inmediato calmaste la tormenta.

Ellos, en lugar de agradecerte, se asustaron mas y dijeron: "¿quién es éste, que hasta el viento y la lluvia le obedecen?"

Cuando tu me has hecho milagros, mi actitud no ha sido mejor que la de ellos, porque en lugar de agradecerte, espero al siguiente problema para presentarte mi duda.

Perdóname Señor, por decepcionarte, en lugar de decir que si calmaste la tormenta anterior, también puedes, perfectamente, calmar cualquiera que se presente después.

Gracias Padre, porque en el nombre de Nuestra Santa Virgen María, nos escuchas y calmas todas las tormentas.

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