Quería acercarme a Dios, entre una cosa y otra, necesitaba un oído comprensivo, una presencia reconfortante. Entonces se me ocurrió decir:
- Voy a ir al Santísimo Sacramento en la Iglesia a hacerle compañía al Señor.
Y asi lo hice, pero llegando a la Iglesia y cuando me arrodillaba para saludar a Jesús, que me esperaba con el amor de costumbre, me di cuenta de algo que parecerá sencillo, pero en realidad es muy importante.
Yo fui a visitar a Jesús, eso es cierto y está muy bien que recurramos a El cuando lo necesitamos, pero no soy yo quien le da compañía a El, sino todo lo contraio, es el Señor quien me acompaña a mi.
Y en la oración, en el silencio del Sagrario, entre el murmullo de los rezos de las demas personas y mis propias palabras, Jesús y la Virgen me dieron lo que necesitaba, fe, esperanza y amor.
Gracias Señor.
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