jueves, 14 de junio de 2012

Primera Bienaventuranza




Decidí ofrecerle un Capital de Gracias a Nuestra Mater, Ella sabe por qué.
Día a día voy a escribir sobre las bienaventuranzas del Sermon de la Montaña.

No soy un teólogo y lo dicho aquí no es de carácter doctrinal, es mi sentimiento, como tal debe verse y no de otra manera.

Odio la pobreza.

No tener dinero ni para comprarse un par de zapatos, eso es pobreza, querer hacerle un regalo a tu esposa y darte cuenta de que no tienes para pagarlo, eso es pobreza; que tu hija necesite pagar algo en su escuela y que no tengas, eso es pobreza.

Odio esa pobreza.

No puedo creer que Jesús bendijera esas carencias, no puedo. El dijo:

¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

Pero cómo puedo compaginar eso con esta otra frase que también fue dicha por el Señor:

Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de Dios.

Si no me preocupo por lo que voy a vestir y ni siquiera por lo que he de comer, porque Dios se va a encargar de proveernos ¿cómo se puede ser pobre?

Busqué y busqué sin dar con la respuesta hasta que ya, casi rendido, di con una explicación que parecía tener sentido:

El “pobre” para Jesús, no es aquél que no tiene cosas, sino más bien aquél que no tiene su corazón puesto en las cosas.

Fíjate la diferencia

• Puedes ser una persona que no tenga cosas materiales pero que no más estás pensando en lo que no tienes y en lo que quieres tener. Entonces no eres “pobre de corazón”.

• En cambio puedes ser una persona que sí tenga cosas pero que tu mente está puesta en agradar a Dios, en trabajar por El, en ayudar a otros, en dar tu tiempo y compartir tus bienes.

Cuando no vives ocupado de lo que tienes, cuando no eres ambicioso, envidioso, presumido, cuando confías en Dios y no en el dinero, entonces ¡eres libre y feliz!


Eso está escrito en: http://laverdadcatolica.org/F33.htm

Fué lo único que encontré que le dio sentido a las palabras de Jesús.

Confiar en Dios, el padre que se interesa por sus hijos y nos proveerá; y lo hará con tanta generosidad que ni Salomón con toda su riqueza podrá igualársenos. Y poner nuestro corazón al servicio de Dios, es bueno tener, pero no ser poseído por lo que se tiene.

Entonces sí se entiende la primera bienaventuranza, que escrita en otras versiones dice:

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Es decir, benditos los que no tienen su corazón puesto en los objetos materiales, porque ellos ya son dueños del Reino de Dios.

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